José Gutiérrez-Maldonado, Alex Letosa-Porta, Mar Rus-Calafell y Claudia Peñaloza-Salazar
Universidad de Barcelona
Entre las características del trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), destacan los síntomas básicos de inatención, impulsividad e hiperactividad, que con frecuencia se asocian a problemas de aprendizaje y de conducta. La prevalencia de este trastorno alcanza aproximadamente un 5% en la edad escolar (Biederman y Faraone, 2005).
El diagnóstico de TDAH usualmente requiere de protocolos específicos, informes de personas cercanas como padres y maestros, la observación directa de la conducta, entrevistas, cuestionarios, tests de inteligencia, tests de atención, etc. Una de las pruebas que se emplean más frecuentemente en la investigación y la práctica clínica son las tareas de atención sostenida –continuous performance test (CPT)-, que ha demostrado ser eficaces en la detección del trastorno haciendo posible diferenciar a niños con y sin TDAH por su rendimiento en ellas. Las CPT pueden ser presentadas en diferentes modalidades: pueden incluir tareas visuales o auditivas y tener instrucciones simples o complejas. En líneas generales, las CPT visuales son las más frecuentemente empleadas para evaluar el TDAH. Sin embargo, pruebas de laboratorio como esta pueden plantear problemas relacionados con su validez externa, puesto que se realizan en condiciones muy diferentes a las presentes en la vida cotidiana de los niños que son evaluados con ellas.
(Capturas de pantalla del aula virtual en el que se lleva a cabo la prueba CPT)
Con la finalidad de mejorar la validez ecológica de las CPT aplicadas sobre posibles casos de TDAH, grupos de la Universidad del Sur de California vienen desarrollando y estudiando, desde hace ya más de diez años, una versión de esta prueba que hace uso de tecnología de realidad virtual (Rizzo et al., 2000). Se simula una clase donde el niño puede ver a una maestra, los compañeros, la pizarra, los pupitres y otros elementos comunes a este espacio de aprendizaje, debiendo responder a estímulos visuales clave que aparecen sobre la pizarra de la clase virtual en dos tipos de tareas: con y sin elementos distractores.
En la Universidad de Barcelona, se ha desarrollado una prueba CPT virtual similar (Gutiérrez-Maldonado et al., 2009). En cada uno de los cuatro entornos que la componen, el niño es guiado por una profesora virtual que le explica la tarea a realizar y le proporciona las instrucciones de inicio y final de la prueba. El niño evaluado debe reconocer dibujos o palabras específicas que se le muestran al azar en presencia o ausencia de estímulos visuales o auditivos distractores propios de una simulación de una clase virtual. Cada entorno demanda la concentración de los recursos atencionales para la ejecución adecuada de la tarea propuesta y la inhibición de las fuentes distractoras que alejan al niño del cumplimiento del objetivo.
Los entornos virtuales fueron probados en un estudio con niños escolarizados entre los 6 y 11 años, comparando el rendimiento de niños con y sin TDAH. Los resultados del estudio mostraron que los niños con TDAH, a diferencia de los niños que no presentaban el trastorno, cometieron un mayor número de errores al realizar esta prueba en ambas modalidades: visual y auditiva, y que el deterioro de su rendimiento era mayor a medida que avanzaba la prueba. El estudio también mostró que la presencia de estímulos distractores hizo que las dificultades atencionales se intensificaran. Además, los niños con TDAH presentaron una mayor variabilidad de los tiempos de reacción ante los aciertos que los niños sin TDAH.
Las pruebas CPT administradas de esta manera tienen algunas ventajas frente a las pruebas CPT tradicionales: la realidad virtual permite alcanzar elevados niveles de control y consistencia en la presentación de estímulos, así como incluir distractores que simulan de forma efectiva aquellos que se encuentran en contextos naturales. Todo ello va en beneficio de una mayor validez ecológica. Por otro lado, el carácter semejante a un videojuego que tiene la prueba, administrada de esta manera, hace que la motivación de los niños para realizarla sea mayor que en las versiones tradicionales, lo que permite evitar la aparición de falsos positivos en el diagnóstico debidos a la escasa motivación que presentan los niños para realizar este tipo de pruebas en sus versiones clásicas.
El mismo grupo de la Universidad de Barcelona está ahora desarrollando entornos virtuales también dirigidos a niños con TDAH, pero no ya para su evaluación sino para su tratamiento, aprovechando las cualidades intrínsecamente motivadoras que tiene para los niños la utilización de este tipo de recursos.
El artículo original puede encontrarse en la revista Anuario de Psicología:
Gutiérrez-Maldonado, J., Letosa-Porta, A., Rus-Calafell, M. y Peñaloza-Salazar, C. (2009). The assessment of Attention Deficit Hyperactivity Disorder in children using continuous performance tasks in virtual environments.Anuario de Psicología, vol. 40, 2, 211-222.
Publicado originalmente por Infocoponline en la siguiente dirección:
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